¿Quién está detrás de Kilig?

Me llamo Julia Puig, tengo veintiocho años y llevo catorce con una cámara entre las manos. Me encanta contar historias y por eso escribo desde niña, pero pronto descubrí que las palabras no son la única manera de existe de narrar. Comencé a hacer fotos porque quería expresar de manera creativa las cosas que me pasaban por dentro, encontrar una manera visible y tangible de comunicar lo que sentía; lograr ver, con mis propios ojos, otros mundos inventados por mí.

En 2014 empecé a utilizar la fotografía para contar, también, la historia de los demás. Las historias que más me interesan ya no son las fantásticas, sino las cotidianas: los detalles, el día a día, las miradas que lo cambian todo, los pequeños hilos que, entretejidos, forman la textura de la que está hecha la vida. Soy fotógrafa porque creo que la vida, como el amor, vive en la memoria. Somos lo que recordamos, estamos hechos de nuestro pasado, de los instantes que se quedan con nosotros, y encuentro que la fotografía es la manera perfecta de conservarlos siempre a nuestro lado: las fotos que nos hacemos, y que hacemos a nuestros seres queridos, son como esa caja de galletas en la que guardaba todos mis tesoros cuando era niña. Basta abrirla, pasar los dedos por su contenido, y recordar.


KILIG es una palabra filipina sin traducción al castellano que hace referencia a esa sensación burbujeante de sentir mariposas en el estómago cuando te enamoras, o cuando algo despierta tu interés. Desde que comencé a dedicarme a la fotografía de manera profesional, siempre he encontrado muy bonito que mi trabajo consista, básicamente, en contemplar a la gente mientras vive algunos de los momentos más felices de su vida. Al principio lo sentía, sobre todo, al fotografiar bodas, pero cada vez más las escenas cotidianas fueron captando mi atención: cada vez que miras a tu hijo con amor infinito en la mirada, cada vez que intercambias con tu pareja una sonrisa cómplice, cada vez que ríes y brindas con amigos… siento que estoy haciendo magia al capturar y plasmar para siempre algo intangible y etéreo. Me gusta pensar que, con cada click, estoy encerrando esas mariposas en un bote, para el futuro; estoy capturando KILIG.